LOS ANDES
Economía
Desde 1998, la extracción de crudo bajó 27% y la de gas, 10% desde 2004. Mayor demanda.
domingo, 05 de junio de 2011
Annabella Quiroga - Especial para Los Andes
¿Habrá una luz al final del túnel? En una
muestra más del país pendular, la Argentina pasó en pocos años de ser
exportadora de petróleo y gas a convertirse en importadora de estas
fuentes de energía. La falta de previsión a largo plazo y de inversiones
de magnitud formaron el caldo de cultivo para que, este año, el país
pierda su autoabastecimiento energético.
En materia de energía, 1988 marcó un punto de inflexión. Aquel año se alcanzó autoabastecimiento energético. En aquellos años, la producción era tan alta que alcanzaba para cubrir la demanda interna y además había saldo exportable.
La magnitud del problema energético puede verse cuando se comprueba que la producción de petróleo se contrajo un 27% entre 1998 a 2010. En el caso del gas, la disminución fue del 10% entre 2004 y 2010. La consultora Econométrica que “la menor producción y la mayor demanda interna actuaron en igual sentido reduciendo el saldo exportable los últimos años”.
Son varias las razones que explican el paso del autoabastecimiento a los umbrales de la crisis energética. En 1992, cuando comienza el proceso de venta de YPF, la extracción de petróleo llega a un máximo de 49,1 millones de metros cúbicos en 1998.
En 1998 se llegó al punto máximo de la extracción de petróleo en la Argentina y desde entonces la producción comenzó a caer. Con menos barriles disponibles, el ciclo exportador se cortó en 2007. En paralelo.
Econométrica señala que a los actuales niveles de producción, ente 1990 a 2010 exportó 5 años de reservas de crudo y 4 años de gas, “para ahora empezar a importar nuevamente cuando culminó la era de la energía barata y disponiendo menos de 8 años de reservas en ambos recursos”.
Esto derivó en que el país dejara de exportar petróleo crudo en 2007, mientras empezaba a importar naftas ante la mayor demanda interna y una capacidad de refinación que operaba al límite hace décadas.
El economista Ramiro Castiñeiras señala que una de las paradojas es que entre 1990 y 2010, la Argentina exportó petróleo crudo por el equivalente a 5 años de reservas al nivel de producción actual, lo que generó ingresos por US$36.000 millones.
Ahora que la Argentina perdió la condición de autoabastecimiento energético, si se quiere importar esa misma cantidad de crudo a los precios actuales, debería pagar US$114.000 millones.
“Argentina demoró casi un siglo en lograr el autoabastecimiento energético. Pero cuando lo logró, el estado vendió YPF para sostener la convertibilidad, al tiempo que delegó en las provincias la propiedad del petróleo. Cambiar la visión estratégica por una de libre mercado en los noventa se sumó convivir con precios desfasados del contexto internacional que estimulan su consumo pero no su inversión los últimos años. Esta combinación llevó a la Argentina a perder la condición de autoabastecimiento energético en 2011.
La pérdida del autoabastecimiento se debe a que “se priorizaron las actividades de corto plazo, cómo la extracción, por sobre las de mayor riesgo, como las exploratorias”, dice Horacio Lasarte de Abeceb.
A principios de los ‘80, la producción de gas en la Argentina superaba los 13.000 millones de metros cúbicos y disponía de reservas por 45 años. En 1996, la producción ya sumaba 36.000 millones de metros cúbicos y las reservas bajaron a más de la mitad: 20 años. Al igual que en el caso del petróleo, como ese excedente superaba la demanda interna, el gas comenzó a exportarse.
El máximo nivel de producción llegó en 2004, con 52.200 un nivel suficiente para abastecer al consumo interno y batir récords de exportación la mismo tiempo. Para ese momento, las reservas cayeron a 12 años, “no por falta de inversiones, sino por la autorización oficial a empresas privadas a exportar un recurso estratégico y no renovable, sin limitación alguna”.
La balanza energética total ya explicaba el 60% del saldo comercial en 2001 y el 40% en 2004.
Hace siete años el nivel de producción comenzó a caer. En esto, según los analistas, el congelamiento tarifario fue determinante.
Con el crecimiento de la economía, la demanda doméstica de gas aumentó 30% entre 2004 y 2009. Así, las exportaciones se contrajeron para poder abastecer a la demanda local.
Y adicionalmente, en 2004 se reinició la importación de gas desde Bolivia y desde 2008 se sumó la importación de Gas Licuado de Petróleo (GLP). Esto determinó que el nivel de reservas de gas bajará a un mínimo de 8 años y la producción decreciera 10%.
“En 2011 todo indica que la producción de gas será por primera vez en décadas inferior al nivel de consumo interno”, sostiene un informe de Econométrica.
Ecolatina dice que “en 2010, el superávit comercial de combustibles y energía fue el más bajo en quince años. Las cantidades exportadas descendieron a niveles de 1993, mientras que las cantidades importadas alcanzaron un récord en 2010. “La distorsión en las tarifas y la falta de un plan estratégico está impactando en la economía. Además se deteriora sostenidamente a los superávits gemelos”.
La pérdida del autoabastecimiento de gas y petróleo es crucial porque la oferta primaria de energía en el país depende casi exclusivamente de los hidrocarburos. Un documento elaborado por quienes fueron secretarios de energía en las dos décadas pasadas (entre quienes figuran Alieto Guadagni,Daniel Montamat y Jorge Lapeña) precisa que los hidrocarburos constituyen el 90% de la toda la energía primaria consumida por la Argentina.
“Por lo tanto, tener un problema en cualquier punto de la cadena productiva constituye un serio inconveniente”.
El documento carga las tintas sobre las deficiencias de la actual administración. Menciona que a pesar de los altos precios actuales del petróleo “el corto plazo de la política petrolera vigente y la incertidumbre que genera la intervención discrecional a futuro alientan la sobreexplotación de los yacimientos que ya están en producción”.
Según la consultora Ecolatina, la participación del gas natural en la matriz energética supera el 50%, cuando en el mundo es del 20%. “Desde 2005, la producción cae a un ritmo promedio del 1,8% anual por la elevada madurez de los yacimientos existentes y la escasa incorporación de nuevos pozos. Así, la oferta local de gas no alcanza para abastecer la creciente demanda”, sostiene el economista Rodrigo Alvarez.
Horacio Lasarte, de la consultora Abeceb, precisa que “los nuevos yacimientos aún no están funcionando. La extracción de estas reservas demandará de nuevas inversiones en tecnología por lo cual aun no está claro cuantas son las reservas probadas”.
Fuentes del mercado mencionan que recién el año próximo podrían inyectarse parte de esas reservas al mercado y especulan con que podrían alcanzar al 15% de la demanda actual del mercado. Una cuota de la demanda será cubierta por el gasoducto Juana Azurduy, que une la Argentina con Venezuela y sería inaugurado en las próximas semanas. Así, los envíos de gas desde el país vecino pasarían de los 7,7 millones de metros cúbicos diarios a 10 millones.
“La tendencia a sumar importaciones va en crecimiento, con el agregado de que hay que abastecerse a mayor precio”, dice Lasarte y esto “acentúa la caída del superávit energético”.
Lasarte indica que “el aumento en la suba de las naftas es una señal de reconocimiento del problema, igual que la autorización del aumento del precio que se paga en boca de pozo, que pasó de US$42 por barril a U$S 50”.
“La peor decisión fue privatizar YPF”, sentencia Castiñeiras.
Como contrapartida, el Gobierno aumentó las inversiones en el sector eléctrico para subir la oferta un 25%.
En diciembre pasado YPF anunció el descubrimiento en la provincia de Neuquén de un yacimiento de gas “no convencional” con reservas estimadas para más de 50 años.
En abril de este año, la misma petrolera declaró que habían hallado, también en esa provincia reservas equiparables a 150 millones de barriles de petróleo crudo, lo que equivaldría a dos años de producción. En este emprendimiento, YPF invertirá US$270 millones.
En materia de energía, 1988 marcó un punto de inflexión. Aquel año se alcanzó autoabastecimiento energético. En aquellos años, la producción era tan alta que alcanzaba para cubrir la demanda interna y además había saldo exportable.
La magnitud del problema energético puede verse cuando se comprueba que la producción de petróleo se contrajo un 27% entre 1998 a 2010. En el caso del gas, la disminución fue del 10% entre 2004 y 2010. La consultora Econométrica que “la menor producción y la mayor demanda interna actuaron en igual sentido reduciendo el saldo exportable los últimos años”.
Son varias las razones que explican el paso del autoabastecimiento a los umbrales de la crisis energética. En 1992, cuando comienza el proceso de venta de YPF, la extracción de petróleo llega a un máximo de 49,1 millones de metros cúbicos en 1998.
En 1998 se llegó al punto máximo de la extracción de petróleo en la Argentina y desde entonces la producción comenzó a caer. Con menos barriles disponibles, el ciclo exportador se cortó en 2007. En paralelo.
Econométrica señala que a los actuales niveles de producción, ente 1990 a 2010 exportó 5 años de reservas de crudo y 4 años de gas, “para ahora empezar a importar nuevamente cuando culminó la era de la energía barata y disponiendo menos de 8 años de reservas en ambos recursos”.
Esto derivó en que el país dejara de exportar petróleo crudo en 2007, mientras empezaba a importar naftas ante la mayor demanda interna y una capacidad de refinación que operaba al límite hace décadas.
El economista Ramiro Castiñeiras señala que una de las paradojas es que entre 1990 y 2010, la Argentina exportó petróleo crudo por el equivalente a 5 años de reservas al nivel de producción actual, lo que generó ingresos por US$36.000 millones.
Ahora que la Argentina perdió la condición de autoabastecimiento energético, si se quiere importar esa misma cantidad de crudo a los precios actuales, debería pagar US$114.000 millones.
“Argentina demoró casi un siglo en lograr el autoabastecimiento energético. Pero cuando lo logró, el estado vendió YPF para sostener la convertibilidad, al tiempo que delegó en las provincias la propiedad del petróleo. Cambiar la visión estratégica por una de libre mercado en los noventa se sumó convivir con precios desfasados del contexto internacional que estimulan su consumo pero no su inversión los últimos años. Esta combinación llevó a la Argentina a perder la condición de autoabastecimiento energético en 2011.
La pérdida del autoabastecimiento se debe a que “se priorizaron las actividades de corto plazo, cómo la extracción, por sobre las de mayor riesgo, como las exploratorias”, dice Horacio Lasarte de Abeceb.
A principios de los ‘80, la producción de gas en la Argentina superaba los 13.000 millones de metros cúbicos y disponía de reservas por 45 años. En 1996, la producción ya sumaba 36.000 millones de metros cúbicos y las reservas bajaron a más de la mitad: 20 años. Al igual que en el caso del petróleo, como ese excedente superaba la demanda interna, el gas comenzó a exportarse.
El máximo nivel de producción llegó en 2004, con 52.200 un nivel suficiente para abastecer al consumo interno y batir récords de exportación la mismo tiempo. Para ese momento, las reservas cayeron a 12 años, “no por falta de inversiones, sino por la autorización oficial a empresas privadas a exportar un recurso estratégico y no renovable, sin limitación alguna”.
La balanza energética total ya explicaba el 60% del saldo comercial en 2001 y el 40% en 2004.
Hace siete años el nivel de producción comenzó a caer. En esto, según los analistas, el congelamiento tarifario fue determinante.
Con el crecimiento de la economía, la demanda doméstica de gas aumentó 30% entre 2004 y 2009. Así, las exportaciones se contrajeron para poder abastecer a la demanda local.
Y adicionalmente, en 2004 se reinició la importación de gas desde Bolivia y desde 2008 se sumó la importación de Gas Licuado de Petróleo (GLP). Esto determinó que el nivel de reservas de gas bajará a un mínimo de 8 años y la producción decreciera 10%.
“En 2011 todo indica que la producción de gas será por primera vez en décadas inferior al nivel de consumo interno”, sostiene un informe de Econométrica.
Ecolatina dice que “en 2010, el superávit comercial de combustibles y energía fue el más bajo en quince años. Las cantidades exportadas descendieron a niveles de 1993, mientras que las cantidades importadas alcanzaron un récord en 2010. “La distorsión en las tarifas y la falta de un plan estratégico está impactando en la economía. Además se deteriora sostenidamente a los superávits gemelos”.
La pérdida del autoabastecimiento de gas y petróleo es crucial porque la oferta primaria de energía en el país depende casi exclusivamente de los hidrocarburos. Un documento elaborado por quienes fueron secretarios de energía en las dos décadas pasadas (entre quienes figuran Alieto Guadagni,Daniel Montamat y Jorge Lapeña) precisa que los hidrocarburos constituyen el 90% de la toda la energía primaria consumida por la Argentina.
“Por lo tanto, tener un problema en cualquier punto de la cadena productiva constituye un serio inconveniente”.
El documento carga las tintas sobre las deficiencias de la actual administración. Menciona que a pesar de los altos precios actuales del petróleo “el corto plazo de la política petrolera vigente y la incertidumbre que genera la intervención discrecional a futuro alientan la sobreexplotación de los yacimientos que ya están en producción”.
Según la consultora Ecolatina, la participación del gas natural en la matriz energética supera el 50%, cuando en el mundo es del 20%. “Desde 2005, la producción cae a un ritmo promedio del 1,8% anual por la elevada madurez de los yacimientos existentes y la escasa incorporación de nuevos pozos. Así, la oferta local de gas no alcanza para abastecer la creciente demanda”, sostiene el economista Rodrigo Alvarez.
Horacio Lasarte, de la consultora Abeceb, precisa que “los nuevos yacimientos aún no están funcionando. La extracción de estas reservas demandará de nuevas inversiones en tecnología por lo cual aun no está claro cuantas son las reservas probadas”.
Fuentes del mercado mencionan que recién el año próximo podrían inyectarse parte de esas reservas al mercado y especulan con que podrían alcanzar al 15% de la demanda actual del mercado. Una cuota de la demanda será cubierta por el gasoducto Juana Azurduy, que une la Argentina con Venezuela y sería inaugurado en las próximas semanas. Así, los envíos de gas desde el país vecino pasarían de los 7,7 millones de metros cúbicos diarios a 10 millones.
“La tendencia a sumar importaciones va en crecimiento, con el agregado de que hay que abastecerse a mayor precio”, dice Lasarte y esto “acentúa la caída del superávit energético”.
Lasarte indica que “el aumento en la suba de las naftas es una señal de reconocimiento del problema, igual que la autorización del aumento del precio que se paga en boca de pozo, que pasó de US$42 por barril a U$S 50”.
“La peor decisión fue privatizar YPF”, sentencia Castiñeiras.
Como contrapartida, el Gobierno aumentó las inversiones en el sector eléctrico para subir la oferta un 25%.
En diciembre pasado YPF anunció el descubrimiento en la provincia de Neuquén de un yacimiento de gas “no convencional” con reservas estimadas para más de 50 años.
En abril de este año, la misma petrolera declaró que habían hallado, también en esa provincia reservas equiparables a 150 millones de barriles de petróleo crudo, lo que equivaldría a dos años de producción. En este emprendimiento, YPF invertirá US$270 millones.