Martes 29 de julio de 2014 |
A menos de 48 horas del posible default, aún hay quienes esperan que aparezca, como Messi en los minutos finales de algún partido decisivo, un genio que frote la lámpara y permita un acuerdo con los "holdouts" y el juez Thomas Griesa . Pero esos optimistas han pasado a ser los menos. La mayoría no atina a entender por qué el equipo dirigido por Cristina Kirchner desperdició todas las oportunidades que tuvo para al menos empatar el partido en el último mes y desconfía que ese mismo conjunto pueda lograrlo en los minutos finales. Y los más pesimistas creen que el team argentino hasta se conformará con una derrota que traerá sensibles consecuencias para la economía del país, pero cuyos responsables pretenderán mostrar como una victoria ante su cada vez más raleada tribuna de militantes.
El libreto oficial consistente en negar el default y asegurar que la Argentina sigue pagando podrá merecer apoyos en ciertos foros internacionales y estribillos contra los fondos buitre en la popular local. Registrará llamativas similitudes con los apoyos que cosechó el general Leopoldo Galtieri en la Plaza de Mayo o entre los llamados países no alineados, cuando su gobierno decidió recuperar las islas Malvinas mediante una acción militar.
Los apoyos, como los que podría lograr en estas horas la Presidenta en la cumbre del Mercosur en Caracas, de poco servirán para evitar los problemas que se derivarían de un nuevo default.
Si bien, como señalan distintos analistas económicos, la situación macroeconómica del país no es comparable con la de fines de 2001, el escenario posdefault no resultará gratuito para los argentinos.
Por empezar, significará un retroceso en la línea que había iniciado el gobierno nacional para retornar al mercado internacional de crédito, tras los acuerdos con las empresas que demandaron a la Argentina en el Ciadi, con Repsol YPF y con los países acreedores agrupados en el Club de París.
La imposibilidad de acceder al crédito internacional en un contexto de creciente déficit fiscal, tanto nacional como provincial, derivaría en más medidas para cuidar las reservas del Banco Central , como la continuidad o profundización del cepo cambiario y de lasrestricciones a las importaciones .
Como la profundización del cepo cambiario generará mayor presión sobre el dólar paralelo, el Banco Central intentará sostener las elevadas tasas de interés o incluso aumentarlas para evitar fugas del sistema financiero. El efecto no deseado será una todavía menor actividad económica. Y no habría que descartar, según algunos economistas, que la carrera entre tasas de interés y presión cambiaria termine en una nueva devaluación de nuestra moneda.
Esta suerte de tren fantasma incluiría una nueva estación, con vista a Chicago, donde el precio internacional de la soja acaba de marcar una de las mayores rachas bajistas de las últimas cuatro décadas. Ayer, cerró a 454 dólares, pero la posición noviembre quedó en 407 dólares, lo cual implicaría un menor ingreso de divisas para el Estado argentino en concepto de retenciones para los próximos meses.