Basta de consumo, es tiempo de ahorrar e invertir


Tomás Bulat Periodista
  
El ministro de Economía, Hernán Lorenzino, expresó claramente cuál es el modelo: que la inflación no es importante sino el nivel de actividad y el empleo. Lo interesante es que para el gobierno ignorar la inflación es mantener el nivel de actividad económica.
Qué dicen los datos económicos:
Es importante ver qué nos muestran los datos del INDEC. Si bien son criticados por sus valores, hasta ahora, muestran bien las tendencias.
La inflación –según el INDEC– en el 2012 es más elevada que en el 2011. De hecho en 5 meses de este año la inflación fue más alta que el año pasado y en los otros 4 fue igual. Es decir que la inflación sube. Si esto es así, según la visión del gobierno, la actividad económica debería subir.
El nivel de actividad
Hay 3 indicadores clave de la actividad económica. El EMAE, es decir el Estimador Mensual de la Actividad Económica, que en agosto dio un valor de 1,4% anual y el acumulado en los 8 meses del año 2,3%. Lo que implica que la economía se desaceleró fuertemente.
El segundo es el EMI, que mide la actividad industrial, que en septiembre dio una caída del 4%, confirmando ya dos trimestres de retracción entrando técnicamente en recesión.
El tercero es la construcción, que su último dato de agosto cayó un 8,1% y lleva un 1,8% acumulado en los primeros 8 meses del año.
Es decir que la actividad económica está sostenida por los servicios, ya que el sector agrícola, el industrial y la construcción caen este año. Si uno se atiene a los datos de Orlando Ferreres, el sector que más esta aportando al crecimiento es el sistema financiero.
Entonces ¿qué pasa, que cada vez hay mas inflación y menos crecimiento económico?
El ahorro es la base de la fortuna. Desde que iba al colegio me enseñaron esa máxima gallega e italiana. Esta consigna tiene su origen en países que la pasaron muy mal y debían esforzarse por crecer. Porque el ahorro es lo que se necesita para invertir. El consumo es necesario y placentero en una sociedad, pero es la inversión la que crea más riqueza.
Entonces cuando vemos los países que más crecen son los que mas destinan al ahorro y no al consumo.
En la siguiente tabla podemos ver las tasas de ahorro de diferentes países y las tasas del crecimiento del PBI que tuvieron en 2011:
Inversión significa nuevos caminos, nuevas fábricas, nuevos pozos petroleros, etc. Si no se destinan a esto, los países no crecen.
Hay un viejo problema de interpretación con respecto al rol del consumo, y principalmente, al interno.
Ciclo económico y consumo
La economía como la vida tiene ciclos económicos. Cuando la economía se retrae, normalmente el sector privado también retrae primero su producción y luego sus inversiones. Cuando el consumo se retrae y en la industria comienza a haber capacidad ociosa, es razonable que el estado trate de fomentar el consumo.
Pero cuando la capacidad instalada de la industria supera el 80% como en la actualidad, no hay que incentivar el consumo, sino la inversión. No falta consumo, falta capacidad productiva, falta inversión.
La inflación –como sabemos– promueve el consumo. Suponga el lector que encuentra 500 pesos en un cajón que no recordaba que tenía. Primero piensa “qué lástima” que los había olvidado, pero inmediatamente piensa en qué gastarlo. Porque mientras más tiempo pase, más valor pierde.
La inflación atenta contra la inversión. Suponga que una persona tiene un buen capital y decide invertirlo, para lo cual necesita estimar su rentabilidad y tiempo de recuperación. Si es de largo plazo, las preguntas rondarán en si ganará o no dinero, qué inflación habrá en los próximos años, cuánto subirá su bien y cuánto sus insumos, qué pasará con la tasa de interés, etc. Una cosa es que dude con una inflación del 6% anual y se equivoque en un 1 o 2 % y otra es si tiene más de 25 y se equivoca por 15%.
Menos consumo y más ahorro
La Argentina tiene que recuperar su tasa de inversión, no solo en vivienda y construcción, sino en maquinarias que sean las productivas. Para eso necesita menos inflación y más ahorro. Claro que si necesitamos ahorrar más, hay que consumir menos, y eso en estos tiempos no suena bien, pero deberíamos volver a la sabiduría de nuestros abuelos, quienes construyeron este país.
El ahorro –y no el consumo– es la base de la fortuna.             

"Es posible vivir mucho mejor con mucho menos"


Serge Latouche. Economista y filósofo francés. Ferrán Bono.

04/11/2012 00:01 | Ferrán Bono (Especial para El País, de Madrid)

Disculpe, ¿usted predica con el ejemplo? Serge Latouche esboza apenas una leve y paciente sonrisa. Parece acostumbrado a responder a este tipo de preguntas, tal vez un tanto pueriles, pero siempre tentadoras.
Este economista francés de 72 años, no en vano, es un conocido defensor de la agricultura ecológica, del consumo de productos biológicos y, en general, de cambiar nuestros hábitos para acabar con un sistema “absurdo e injusto”, en el que se tira a la basura “el 40 por ciento de lo que se ofrece en un supermercado”.
Latouche contesta que no se trata “de un dogma”; que si va a un restaurante y no hay vino ecológico, por ejemplo, no tiene ningún problema en pedir otro vino. “Siempre que sea bueno, claro”, acota.
“Tampoco hay que ser muy dogmático”, insiste quien es considerado uno de los principales ideólogos del decrecimiento, un término provocador que propone autolimitar el consumo y la explotación medioambiental; en definitiva, acompasar el gasto de los recursos a su regeneración.
Volver a la naturaleza. El economista sostiene que el cambio empieza por uno mismo y actúa apoyando iniciativas alternativas. “En Francia, hay una red de más de 400 biocooperativas, pero en París no es fácil acceder a una de ellas, como en otras provincias; por eso voy a mercados locales y pequeñas tiendas”, explica el autor de ¿Hacia dónde va el mundo? , junto con Susan George, entre otros.
Latouche aboga por reducir los horarios laborales y compartir el trabajo. “Además, podríamos crear muchos puestos de trabajo y comer mucho mejor, y más sano, cultivando productos locales, transformando la agroindustria”, apunta.
¿Volver al campo? “Volver a la naturaleza. Eso no significa vivir como nuestros ancestros. Tengo amigos que se han marchado al campo y están conectados con la computadora. No tienes por qué renunciar a todo. Pero no es razonable que sólo el tres por ciento de la población viva de la tierra en los países occidentales. No tiene sentido que los yogures que llegan a nuestra heladera hayan recorrido nueve mil kilómetros. Hay que relocalizar en vez de externalizar”, dice este profesor emérito de Economía de la Universidad París-Sud y premio europeo Amalfi de Sociología y Ciencias Sociales.
Menos es más. “Es posible vivir mucho mejor con mucho menos”, afirma.
“Uno de los principales problemas de nuestro modelo económico son los desperdicios, cosas que no necesitamos. Como decía, el propio supermercado tira el 20 por ciento de la comida, y el otro 20 por ciento lo hace la gente en su casa. La fecha de caducidad es uno de los motores de la sociedad moderna. Todo está programado para que dure poco y así volver a comprar más y más”, añade.
“Alérgico a la publicidad”, Latouche la demoniza como uno de los brazos ejecutores de la sociedad de consumo, de la economía “del crecer y crecer” que ha desembocado en la actual y brutal crisis, la cual, a su entender, empezó a gestarse en la década de 1970.
“La publicidad frustra a la gente, la convierte en insatisfecha y la empuja a desear lo que no tiene. Es decir, a crearle más necesidades”, comenta este economista de maneras zen, abogado de la sobriedad y de la frugalidad frente a la opulencia y la acumulación.

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