La sociedad que no nos gusta ver



Tomás Bulat



Las imágenes del jueves pasado de personas robando supermercados, pequeños negocios, destruyendo todo a su paso son imágenes de una sociedad que no nos gusta ver. Pero no es una excepción o anormalidad lo que sucedió ese día, es el resultado de una sociedad que desde hace varios años perdió el rumbo en sus valores de convivencia.
Responsables o culpables
Intentar analizar la situación de robos y saqueos organizados y masivos desde una visión unilateral del conflicto, resulta insuficiente, también es equivocado afirmar que se trata de una consecuencia de la pobreza. La pobreza no es símbolo de robar. Si bien la pobreza no ha bajado en estos años, tampoco ha subido de manera importante. Los niveles de pobreza de Argentina no son mayores a los de América Latina donde no se dan saqueos organizados. Tampoco hay un Estado ausente en políticas de ingresos. La cantidad de beneficiarios de políticas sociales entre jubilaciones, asignación universal por hijo, mas planes trabajar alcanza las 10 millones de personas.
El problema son ciertas reacciones empecinadas en la búsqueda de culpables y en no asumir las propias responsabilidades. Este gobierno tiene un discurso y una acción de fuerte presencia del Estado, lo que llama la atención es que se adjudique todo lo bueno que pueda suceder y busque culpables de todo lo malo. Esta no aceptación de las responsabilidades es lo que se transmite a la sociedad: si me va bien es todo gracias a mí, pero si me va mal, es culpa de otros.
Por otra parte, el discurso del vamos por todo, sin importarnos nada, también es parte de la lógica instaurada en la sociedad. Si el Gobierno va por todo, ¿por qué cada uno de nosotros no iría por todo también? Cuando uno va por todo, implica que las leyes son limitantes a nuestras necesidades y, por lo tanto, no hay que respetarlas. Hay una legitimidad acerca de que ante la existencia de un deseo o necesidad, debe ser satisfecho rápidamente sin importar las consecuencias. Y por supuesto no existen responsabilidades ni obligaciones.
Si no se aceptan nuestras responsabilidades y, por lo tanto, las consecuencias de nuestras decisiones, si los resultados no son los esperados, es necesariamente culpa de otros. La pobreza de cuna es inevitable, no es una opción. Uno nace donde le toca, pero después muchas de las decisiones son de cada uno. El Estado y la sociedad tienen el deber de ofrecer las oportunidades para compensar las diferencias de cunas, pero no hacerse cargo de la vida de las personas. Cada uno con su esfuerzo y trabajo se forja su destino y robar también es una elección individual. No una culpa colectiva. Que un grupo de personas decida robar no es culpa de la sociedad. Es culpa de la sociedad los valores que transmite. Si minimiza robar y no valora al que trabaja, esa sociedad definitivamente va camino a ser decadente.
Volver a las bases (valores)
Es necesario terminar con el vale todo, el vamos por todo, el hay para todos y todas. Ninguna sociedad debe generar expectativas que no puede cumplir y tampoco sus logros son diferentes a lo que hacen sus ciudadanos. Hay que entender que la riqueza de una sociedad no está dada. Un país puede tener un gran potencial de riqueza, pero el trabajo de cada uno de nosotros logra que eso se materialice. Si una sociedad no trabaja, es una sociedad pobre. Hay que promover el trabajo y la educación, sin culpa. El que trabaja y paga sus impuestos no es un boludo, y el que vive sin laburar tampoco es un piola. Esos valores descomponen la sociedad.
La asistencia social debe ser coyuntural para la vida. La asignación universal por hijo es hasta los 18, para tener recursos para formarse y criarse con salud y educación. Pero después cada uno se hace cargo de su vida. Vivir dando subsidios solo pervierte los valores de responsabilidad y esfuerzo. Se crea una relación de dependencia mercantil sin valores, solo siguiendo el dinero.
Dar plata no alcanza. Si no se acompaña con valores, con un proyecto de integración social, y la necesidad de sembrar futuro individual y social en base a los esfuerzos individuales y colectivos, dar plata solo daña.
La sociedad que tenemos no es la que queremos. No se cambia de un día para otro, pero para cambiarla hay que ser claros en lo que premiamos y lo que castigamos. Hagámonos cargo de nuestro destino y no busquemos culpables.
Las fiestas son un momento de celebración y reflexión. No pensemos solo en nuestros logros individuales o familiares, reflexionemos también la sociedad que estamos creando. Es ahí donde nuestros hijos van a crecer.

http://opinion.infobae.com/tomas-bulat/2012/12/24/la-sociedad-que-no-nos-gusta-ver/

8N: Quién quiera oír que oiga

 Publicada 10/11/2012
Política Nacional / Gabriela Pousa



Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia, quién quiera oír que oiga…”  Lito Nebbia


Imposible mayor contundencia. Incluso, las imágenes esta vez superan cualquier análisis. Las cartas se pusieron sobre la mesa. Truco cantaron envalentonados de un lado (durante casi 10 años), y del otro más allá de las especulaciones, los quiénes y los cómo retrucaron. Cae pues en saco roto, el proyecto reformista kirchnerista. Y es posible que hasta Cristina sienta que se ha sacado un peso de encima.
Por más que mañana, mil voces oficialistas se esfuercen en ningunear un jueves histórico en la Argentina, por más que la indiferencia se imponga como es costumbre cuando el pueblo se expresa en disidencia, por más que ciertos funcionarios continúen exaltando la posibilidad de un tercer periodo de la Presidente, los argentinos han dado un paso decisivo en su rol ciudadano.
Todo lo demás es anécdota. Cuanta gente se manifestó en capitales, pueblos o ciudades será motivo de debate, aunque poco importe la estadística frente a la observación directa. Difícilmente se coincida en una cifra, por eso es inútil detenerse en la aritmética. La única cuenta válida es la evidencia.
El gobierno debería saber que cuando se torna voluntaria la ceguera, lo que no se quiso ver suele adquirir dimensiones gigantescas. De todas maneras, lo cuantitativo se rinde frente a lo cualitativo de la protesta.
Es dable decir que no ha habido grandes sorpresas. El Ejecutivo sabía o sospechaba la magnitud que lograría el bendito 8N, más allá de donde se haya originado la idea. También sabía y sabe que no hay conspiración destituyente, aunque haya necesitado de ese artificio para intentar menguar fuerzas.
Igualmente, la diatriba del demonio resucitado continuará con caza de brujas, enfrentamientos mediáticos y argumentos prefabricados. Dar marcha atrás les cuesta tanto como admitir la realidad.
Lo importante es que hoy, la reelección indefinida, el vacuo Cristina eterna y toda la parafernalia tejida y destejida en torno a ella, es un prisionero de Zenda en esta fiesta.
Posiblemente, es la primera vez desde 1983, que la gente comprende cabalmente de que trata la democracia. La conciencia del fracaso de la representación está produciendo un giro hacia un sistema más directo, con menos intermediarios, paradójicamente o no, más democrático.
Esto no implica apropiarse roles que no corresponden, ni violar normas, ni desconocer las actuales autoridades. Se trata de un proceso como el que vivieran años atrás, los americanos al transitar de un régimen democrático madisoniano, a uno de índole jeffersoniano  (con mayor participación, digamos)
En sede gubernamental escuchan y observan, aun cuando luego, por obediencia debida, deban mostrarse ignorantes, negando hasta a sus madres. Obsérvese que tras la movilización del pasado 13 de Septiembre, menguó significativamente el uso de la cadena nacional y la aparición mediática de Cristina. Alguien tomó nota o se filtró la noticia
Es factible que archivar la ambición reformista, no sea lo que más cueste aceptar en Balcarce 50. Aquello que en estas horas está haciendo mella en la Presidente y sus pajes, es la pérdida de un bien que creían propio: la calle. Por soberbia y necedad, más que por conquista y logro, suponían tenerla bajo dominio absoluto. La pretendida propiedad no se gana por usufructuar impunemente el mote de nacional y popular, por eso les fue expropiada. Esta noche, muy a su pesar, el oficialismo está bebiendo de su propio brebaje.
Hace casi dos meses, pudieron vislumbrar que peligraba el dominio del bastión símbolo del peronismo. La heredera tiró por la borda el trabajo fino que empezara Néstor Kirchner el mismo día de su asunción, al abrir la Rosada a jeques piqueteros. Era su táctica para hacerse de la calle como demostración inequívoca de fuerza. Hubo, sin duda, una primera alianza, un pacto roto ahora por la desfachatez y la mentira sistemática.
Lo cierto es que la escisión que, conscientemente forjaron, no es una división de clases sociales como pretenden hacer creer para identificar un enemigo y justificar su constante belicismo. No han dividido a los argentinos en clases sociales sino en clases de hombre, algo diferente sustancialmente.
Conforme a los estereotipos que acunara Ortega y Gasset, es admisible situar por un lado a quienes hoy se han manifestado (no interesa siquiera si constituyen mayoría absoluta o minoría relativa). Son personas  comprometidas con los demás, consigo mismas, con la realidad.
En contrapartida, quedan del otro lado los hombres-masa, sometidos a explosiones de fanatismo y violencia como ocurriera durante la segunda presidencia de Perón. En ese marco, van cediendo la razón frente a una nueva lealtad partidaria.
Así, lo que ayer era: Primero la Patria, luego el movimiento, después los hombres,  hoy se traduce: Primero Cristina, luego la dignidad, por último la Argentina.
Nunca tan vigente aquella nota trasnochada, después de observar el despertar de la sociedad y sentir que: Hay vida en Argentina.
La discusión acerca de la espontaneidad de la marcha es fútil por demás.
Ha habido convocatoria a través de Internet y redes sociales. El 8N nació, seguramente, como nacen tantísimos actos oficiales: previa invitación. Lo que cuenta, en definitiva, es el éxito o no, que se mide en la respuesta. Y es inexpugnable la espontaneidad  de esta. No hay imágenes de micros, ni hay Vatayón Militante.
No estamos bajo una tiranía, pero estamos en manos de una tirana que, de no frenársela, nos llevará  directamente hacia aquella. Y frenar no es sinónimo de destituir, hoy los eufemismos no enturbian el sentido de lo que el pueblo quiso decir.
La democracia está aletargada, como lo estuvo también en la Atenas socrática, cuando  comenzaron con la vida cómoda y fácil, olvidaron las reglas, denostaron a los maestros y se mofaron de la ley. Los sofistas irrumpieron ensalzando el pragmatismo. Del relato de atril, nada muy distinto.
Cuando el Tribunal condena a Sócrates, cuyo inconformismo lo impulsó a enseñar a discernir y pensar, no faltó la irrupción de Critón, su discípulo, para proponerle un plan de fuga garantizado a través del soborno a jueces, de cohecho y venalidad.
Si Sócrates hubiera aceptado esas condiciones, habría auto-aniquilado su libertad, la mayéutica y la verdad. La decisión de morir tal como vivió fue la resurrección de la democracia ateniense. Del mismo modo, puede afirmarse que  la actitud de los argentinos frente al 8N  marcará el destino del sistema que regirá cuando el 2015  ponga fin al kirchnerismo.
¿Qué queremos decir con esto? Simplemente que es el mismo ciudadano quién debe defender la Patria y  la democracia real porque no hay otro sistema mejor en la actualidad. Llevó tiempo comprenderlo y más todavía puede llevar internalizarlo. De ahora en adelante, la lucha será por no olvidarlo
La gente demostró pacíficamente, saber  que una cosa son los derechos fundamentales de todos, y otra los proyectos y afanes políticos de algunos. Lo esencial es mantener presente que no hay espacio para una imposición tiránica de ideas por parte de los dirigentes, si cada uno de los ciudadanos así no lo quieren.
En lo que respecta a las respuestas que puedan emanar desde la Presidencia, conviene no entusiasmarse. La naturaleza es inviolable, y el kirchnerismo ha dado pruebas de sobra de ser el escorpión al que la rana se confió vanamente.
El actual gobierno no atiende cuestiones relacionadas al bienestar general, ni sabe de políticas concretas para solucionar las demandas de la gente. Esta misma tarde, la jefe de Estado sostuvo: cuando él sentía que no estaba fuerte, más erguía la cabeza. Eso me trasmitió a mí: no aflojar jamás, ni en los peores momentos. No voy a cambiar. Y posiblemente sea la primera vez que no miente.
No se trata de que nadie renuncie a sus ideas ni se inmole si ha hecho lo correcto. Basta con pasar un algodón crítico a las formas de reclamar de la gente, y a la manera de hacer política y gobernar de la dirigencia. Si de alguno de los dos lados sale manchado, no se está en buena senda. La blancura del algodón que pasó sobre el 8N es inobjetable. Del otro lado, sin embargo, hay sangre
Por último, es en vano pretender identificar a los manifestantes con etiquetas ininteligibles en esta época. De lo contrario, tendrán que aceptar que sufren de la hemiplejia moral a la que aludiera Ortega. Es esquizofrénica la división entre pobres y ricos, entre abundancia y carencia. Falta decir sino, que es la derecha quien propone revoluciones, mientras la izquierda propone tiranías. Y a hacerse cargo de las consecuencias y la autoría.
La legitimidad de la movilización la dará la historia, no Aníbal Fernández ni Carta Abierta. El olmo no da peras
Ha sido un triunfo del Todos y Todas de Cristina. Debería estar satisfecha.. Cuánto se ha soportado en diez años, se lo ha dicho sin violencia. Pero es un primer paso, no es todo el camino andado. Y hay que seguir transitándolo


http://www.economiaparatodos.com.ar/ver_nota.php?nota=4144

8N: la gente se hartó de tanta soberbia e incapacidad

 8N: la gente se hartó de tanta soberbia e incapacidad
El gigantesco cacerolazo del 8N fue, a mi entender, totalmente diferente en sus causas al cacerolazo del 2001 y al del 2008 cuando la crisis de la 125. En el 2001 la gente reaccionó saliendo a la calle porque el corralito le impedía acceder a su dinero. Sin duda que la situación económica era delicada, pero De la Rúa no fue un presidente de avasallar las instituciones, fue un hombre que no pudo manejar la crisis económica por diferentes razones y la economía se lo llevó puesto.
Cuando la 125, hubo un tema central que consistía en un gobierno que quería apropiarse de la renta del campo de forma tan desmesurada que el sector reaccionó y fue acompañado por el resto de la sociedad en diferentes cacerolazos.
El del 8N, desde mi punto de vista, tuvo como detonante la crisis económica, pero también afloraron un largo listado de temas que la gente ya no tolera más.
En primer lugar la soberbia con que se maneja el gobierno. En segundo lugar, las constantes mentiras con que construyen el relato oficial negando la inflación, la recesión, ignorando la inseguridad y tantos otros temas más. Por otro lado, esa ambición por el poder absoluto que no es otra cosa que el vamos por todo, se manifiesta en los intentos por la re reeleción. Si la presidente nunca dijo nada al respecto, la realidad es que, si ese no es su objetivo, debería decirlo explícitamente para dejar en claro que no pretende violentar el orden institucional vigente buscando una re reeleción que no le debería permitir ni siquiera una reforma constitucional, dado que ella llegó a su segundo mandato aceptando que las reglas de juego le impedían ir por un tercero.
El kirchnerismo construyó su proyecto de poder hegemónico en base a la caja y al populismo económico. Esa construcción de poder basada en una política económica inviable en el largo plazo, le permitió, por un tiempo atropellar, amedrentar y ser soberbios en su comportamiento, despreciando los valores más elementales de la república.
El dilema que tienen es que sin caja el proyecto se derrumba como un castillo de naipes, y la gente ahora le pasa la factura, no solo por la economía, sino por la corrupción, el atropello a la división de poderes, la intimidación, el apriete y demás formas de autoritarismo.
¿Podrá recuperar el cristinismo la vertical caída en el apoyo de la población? Si redobla la apuesta, como es su costumbre, solo profundizará la crisis económica y el malhumor de la sociedad. Sin el voto de la clase media, solo el fraude electoral podría salvarlos de una derrota en las urnas.
¿Cambiará de rumbo CFK? Lo dudo porque ya dijo que no lo hará.
Me parece que, rodeada de La Cámpora, un conjunto de inexpertos con ambiciones desmedidas de poder, solo atinará a generar más conflictividad social y, salvo que los planetas se alinean todos a su favor para frenar la caída de la actividad económica y la inflación, su destino puede estar sellado.
En síntesis, lo que vimos el 8N es una sociedad que, harta de tanta soberbia, le empezó a pasar la factura por la economía, el atropello a la república y la corrupción descarada.
Tanta soberbia e incapacidad para administrar la cosa pública finalmente se paga.
Roberto Cachanosky
Economía para Todos


Basta de consumo, es tiempo de ahorrar e invertir


Tomás Bulat Periodista
  
El ministro de Economía, Hernán Lorenzino, expresó claramente cuál es el modelo: que la inflación no es importante sino el nivel de actividad y el empleo. Lo interesante es que para el gobierno ignorar la inflación es mantener el nivel de actividad económica.
Qué dicen los datos económicos:
Es importante ver qué nos muestran los datos del INDEC. Si bien son criticados por sus valores, hasta ahora, muestran bien las tendencias.
La inflación –según el INDEC– en el 2012 es más elevada que en el 2011. De hecho en 5 meses de este año la inflación fue más alta que el año pasado y en los otros 4 fue igual. Es decir que la inflación sube. Si esto es así, según la visión del gobierno, la actividad económica debería subir.
El nivel de actividad
Hay 3 indicadores clave de la actividad económica. El EMAE, es decir el Estimador Mensual de la Actividad Económica, que en agosto dio un valor de 1,4% anual y el acumulado en los 8 meses del año 2,3%. Lo que implica que la economía se desaceleró fuertemente.
El segundo es el EMI, que mide la actividad industrial, que en septiembre dio una caída del 4%, confirmando ya dos trimestres de retracción entrando técnicamente en recesión.
El tercero es la construcción, que su último dato de agosto cayó un 8,1% y lleva un 1,8% acumulado en los primeros 8 meses del año.
Es decir que la actividad económica está sostenida por los servicios, ya que el sector agrícola, el industrial y la construcción caen este año. Si uno se atiene a los datos de Orlando Ferreres, el sector que más esta aportando al crecimiento es el sistema financiero.
Entonces ¿qué pasa, que cada vez hay mas inflación y menos crecimiento económico?
El ahorro es la base de la fortuna. Desde que iba al colegio me enseñaron esa máxima gallega e italiana. Esta consigna tiene su origen en países que la pasaron muy mal y debían esforzarse por crecer. Porque el ahorro es lo que se necesita para invertir. El consumo es necesario y placentero en una sociedad, pero es la inversión la que crea más riqueza.
Entonces cuando vemos los países que más crecen son los que mas destinan al ahorro y no al consumo.
En la siguiente tabla podemos ver las tasas de ahorro de diferentes países y las tasas del crecimiento del PBI que tuvieron en 2011:
Inversión significa nuevos caminos, nuevas fábricas, nuevos pozos petroleros, etc. Si no se destinan a esto, los países no crecen.
Hay un viejo problema de interpretación con respecto al rol del consumo, y principalmente, al interno.
Ciclo económico y consumo
La economía como la vida tiene ciclos económicos. Cuando la economía se retrae, normalmente el sector privado también retrae primero su producción y luego sus inversiones. Cuando el consumo se retrae y en la industria comienza a haber capacidad ociosa, es razonable que el estado trate de fomentar el consumo.
Pero cuando la capacidad instalada de la industria supera el 80% como en la actualidad, no hay que incentivar el consumo, sino la inversión. No falta consumo, falta capacidad productiva, falta inversión.
La inflación –como sabemos– promueve el consumo. Suponga el lector que encuentra 500 pesos en un cajón que no recordaba que tenía. Primero piensa “qué lástima” que los había olvidado, pero inmediatamente piensa en qué gastarlo. Porque mientras más tiempo pase, más valor pierde.
La inflación atenta contra la inversión. Suponga que una persona tiene un buen capital y decide invertirlo, para lo cual necesita estimar su rentabilidad y tiempo de recuperación. Si es de largo plazo, las preguntas rondarán en si ganará o no dinero, qué inflación habrá en los próximos años, cuánto subirá su bien y cuánto sus insumos, qué pasará con la tasa de interés, etc. Una cosa es que dude con una inflación del 6% anual y se equivoque en un 1 o 2 % y otra es si tiene más de 25 y se equivoca por 15%.
Menos consumo y más ahorro
La Argentina tiene que recuperar su tasa de inversión, no solo en vivienda y construcción, sino en maquinarias que sean las productivas. Para eso necesita menos inflación y más ahorro. Claro que si necesitamos ahorrar más, hay que consumir menos, y eso en estos tiempos no suena bien, pero deberíamos volver a la sabiduría de nuestros abuelos, quienes construyeron este país.
El ahorro –y no el consumo– es la base de la fortuna.             

"Es posible vivir mucho mejor con mucho menos"


Serge Latouche. Economista y filósofo francés. Ferrán Bono.

04/11/2012 00:01 | Ferrán Bono (Especial para El País, de Madrid)

Disculpe, ¿usted predica con el ejemplo? Serge Latouche esboza apenas una leve y paciente sonrisa. Parece acostumbrado a responder a este tipo de preguntas, tal vez un tanto pueriles, pero siempre tentadoras.
Este economista francés de 72 años, no en vano, es un conocido defensor de la agricultura ecológica, del consumo de productos biológicos y, en general, de cambiar nuestros hábitos para acabar con un sistema “absurdo e injusto”, en el que se tira a la basura “el 40 por ciento de lo que se ofrece en un supermercado”.
Latouche contesta que no se trata “de un dogma”; que si va a un restaurante y no hay vino ecológico, por ejemplo, no tiene ningún problema en pedir otro vino. “Siempre que sea bueno, claro”, acota.
“Tampoco hay que ser muy dogmático”, insiste quien es considerado uno de los principales ideólogos del decrecimiento, un término provocador que propone autolimitar el consumo y la explotación medioambiental; en definitiva, acompasar el gasto de los recursos a su regeneración.
Volver a la naturaleza. El economista sostiene que el cambio empieza por uno mismo y actúa apoyando iniciativas alternativas. “En Francia, hay una red de más de 400 biocooperativas, pero en París no es fácil acceder a una de ellas, como en otras provincias; por eso voy a mercados locales y pequeñas tiendas”, explica el autor de ¿Hacia dónde va el mundo? , junto con Susan George, entre otros.
Latouche aboga por reducir los horarios laborales y compartir el trabajo. “Además, podríamos crear muchos puestos de trabajo y comer mucho mejor, y más sano, cultivando productos locales, transformando la agroindustria”, apunta.
¿Volver al campo? “Volver a la naturaleza. Eso no significa vivir como nuestros ancestros. Tengo amigos que se han marchado al campo y están conectados con la computadora. No tienes por qué renunciar a todo. Pero no es razonable que sólo el tres por ciento de la población viva de la tierra en los países occidentales. No tiene sentido que los yogures que llegan a nuestra heladera hayan recorrido nueve mil kilómetros. Hay que relocalizar en vez de externalizar”, dice este profesor emérito de Economía de la Universidad París-Sud y premio europeo Amalfi de Sociología y Ciencias Sociales.
Menos es más. “Es posible vivir mucho mejor con mucho menos”, afirma.
“Uno de los principales problemas de nuestro modelo económico son los desperdicios, cosas que no necesitamos. Como decía, el propio supermercado tira el 20 por ciento de la comida, y el otro 20 por ciento lo hace la gente en su casa. La fecha de caducidad es uno de los motores de la sociedad moderna. Todo está programado para que dure poco y así volver a comprar más y más”, añade.
“Alérgico a la publicidad”, Latouche la demoniza como uno de los brazos ejecutores de la sociedad de consumo, de la economía “del crecer y crecer” que ha desembocado en la actual y brutal crisis, la cual, a su entender, empezó a gestarse en la década de 1970.
“La publicidad frustra a la gente, la convierte en insatisfecha y la empuja a desear lo que no tiene. Es decir, a crearle más necesidades”, comenta este economista de maneras zen, abogado de la sobriedad y de la frugalidad frente a la opulencia y la acumulación.

http://www.lavoz.com.ar/opinion/es-posible-vivir-mucho-mejor-con-mucho-menos

Más intervencionismo: controlará el Gobierno el mercado de capitales




En un nuevo avance intervencionista sobre la economía, el Gobierno enviará hoy al Congreso un proyecto de ley para reformar el mercado de capitales y otorgarle a la Comisión Nacional de Valores (CNV) un mayor control sobre el funcionamiento bursátil. Así lo anunció ayer el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, durante un acto en el Museo del Bicentenario junto con la presidenta Cristina Kirchner.
Allí se presentó también el Plan Nacional Estratégico del Seguro (Planes), que, entre otras cosas, obligará a las aseguradoras a invertir una porción de sus carteras en proyectos de "economía real".
El proyecto de reforma, que tiene más de 160 artículos y que hasta anoche no era conocido por las autoridades bursátiles (ninguna había sido invitada al acto), contempla un nuevo marco legal para el mercado de capitales, en el que los operadores perderán la autorregulación que rige hoy y pasarán a ser controlados totalmente por la CNV.
La iniciativa elimina la exigencia de ser accionista de un mercado, como el de Valores (Merval) o el Rofex (mercado de futuros) para poder ser agente bursátil. Y abre el juego para que universidades, colegios profesionales y consultoras participen de un negocio que hasta ahora estaba reservado exclusivamente para las calificadoras de riesgo.
Según explicó Lorenzino, la reforma es necesaria para "abrir los mercados al público y proteger a los pequeños inversores", y crear las condiciones para que los inversores, como las compañías de seguros, puedan volcar sus fondos al mercado de capitales.
Operadores del sector recibieron anoche con extrema cautela el avance sobre un sector clave para el financiamiento de las empresas. Algunos temen que la regulación pueda ser usada para afectar a empresas que tienen conflictos con el Gobierno, como el Grupo Clarín.
El plan del seguro establece, entre otras cosas, que las compañías deberán invertir como mínimo el 5% de sus carteras en la economía real para marzo de 2013 y entre el 5 y el 12% (según el ramo) para mayo.
El proyecto de reforma del mercado, de hecho, había sido elaborado por la CNV en forma exclusiva y había estado circulando por meses en el Ministerio de Economía. Pero no fue hasta ayer que salió a la luz.
Con la regulación del mercado, será la CNV la que tendrá a su cargo directamente la fiscalización de instituciones como el Mercado de Valores (Merval) o el MAE, que es el mercado en el que operan los bancos. Hasta ahora, si hay una irregularidad con algún agente del Merval, la CNV podía investigarlo, pero luego debía solicitarle al mercado que lo sancionara. Sólo si la irregularidad derivaba en un delito penal el organismo podía accionar.
Según el proyecto, el organismo regulador asumiría también exclusivamente todas las funciones que hoy comparte con la Bolsa de Comercio. Según explicó a LA NACION el presidente de la CNV, Alejandro Vanoli, la idea es que todo el trámite relacionado con la oferta pública lo tenga el organismo regulador, como hoy sucede en otros mercados bursátiles del mundo, como el español. "A la Bolsa le quedaría el papel de listado y negociación", detalló Vanoli, que tuvo ayer un lugar en el escenario al lado de Lorenzino.
Este cambio, no obstante, le daría a su vez un mayor poder de acción a la CNV en las causas que impulsa el Gobierno y que involucran a empresas cotizantes, como el Grupo Clarín, según la primera interpretación que hicieron algunos operadores anoche.
Del mismo modo, y en línea con la experiencia internacional, la desmutualización implica que no será necesario ser accionista de los mercados para poder actuar como agente bursátil. Hoy, por caso, hace falta comprar una acción del Merval (que vale alrededor de 5 millones de pesos) para ser agente bursátil y tener una sociedad de Bolsa. El nuevo proyecto prevé distintas clasificaciones de los agentes en función del tamaño, actividades, etc.
"La ley [actual] limita la posibilidad de fiscalización de la CNV", dijo Lorenzino. "El proyecto extiende la fiscalización estatal sobre las etapas de la oferta pública y los agentes. Va a haber una nueva estructura, con un mercado más simple y bajando los costos burocráticos", aseguró.

Única plataforma

Vanoli adelantó que la reforma contempla a su vez un mayor intercambio informativo entre la CNV, la Superintendencia de Seguros y el Banco Central, lo que para algunos genera cierta alarma, ya que podría dar pie para que el Estado tenga un detalle de las tenencias de acciones y de bonos de los inversores locales.
El Gobierno, anticipó Lorenzino, propondrá que los propios mercados funcionen como sociedades anónimas abiertas y coticen en Bolsa, y dijo que la CNV propenderá a la unificación de todos los mercados.
En la Argentina hay muchos mercados: el Merval, el MAE, el Rofex (el mercado de futuros), el Matba (mercado a término de cereales), además de las bolsas del interior del país, como las de Mar del Plata, Bahía Blanca o Chaco, entre otras.
"Ya estuvimos trabajando en la interconexión tecnológica de todos los mercados para que compartan sistemas compatibles", explicó Vanoli. "Queremos que haya una única plataforma de negociación. Y en el futuro, que tiendan hacia la unificación, como pasó en Brasil", agregó. El presidente de la CNV aclaró, sin embargo, que la unificación no está incluida en el proyecto, ya que no pueden "imponer la fusión" de los mercados.
Las calificadoras de riesgo, entretanto, dejarían de tener la exclusividad del negocio de calificación de los títulos con cotización bursátil. El proyecto abriría las puertas para que también participen universidades, consultoras y colegios de profesionales.
"[Las calificadoras] son un gran verso y una gran estafa internacional" porque además "califican de acuerdo con sus intereses y de quienes les pagan", afirmó ayer Cristina Kirchner, que no ahorró críticas para esas compañías..

artículo acá

No sabemos cómo estamos, ni dónde vamos


Tomás Bulat Periodista



Lo más interesante que generan mis conferencias en el interior del país y en Buenos Aires, es lo que despierta en quienes participan. No solamente escuchar lo que me cuentan acerca de su situación particular, sino también el tipo de preguntas que realizan. Es que el tipo de preguntas que hacen refleja las angustias que tienen. Y el título de esta nota las resume cabalmente, porque la pregunta más frecuente no es solo hacia dónde vamos, sino cómo estamos como país.

¿Cómo estamos?

Se supone que la angustia principal del hombre se vincula siempre al futuro, no al presente. Pero este momento de tanta confrontación, sumado a la falta de datos objetivos y a permanentes interpretaciones en blanco o negro, las percepciones de cómo estamos no están claras.
Argentina es tan diversa que las situaciones son variadas. De todas maneras hay un claro lugar común: ningún sector de los que he visitado está mejor que el año pasado. En el mejor de los casos no están peor. Si venden más, sus rentabilidades bajaron (el menor de los casos) u otros venden menos. Pero todos preguntan cómo está el país, tienen la percepción de que su situación particular no refleja lo que le pasa a la Argentina.
Trabajadores que ven su salario disminuir entre la inflación y la cuarta categoría de ganancias que no se modifica. Muchos temen perder su trabajo, porque si se pierde, es difícil volver a encontrar otro.
El hecho de que las estadísticas del INDEC no provean información confiable, lo que ha logrado es cuestionar la información que da cualquiera. Pasa, por ejemplo, que cuando muestro la evolución de las reservas del BCRA, en seguida la pregunta es ¿Pero existen realmente? Todo dato es cuestionable, más allá de toda opinión, y eso complica mucho el análisis de la realidad.
Cuando no hay datos confiables, indefectiblemente los debates se vuelven cada vez más subjetivos. Todo es un ‘depende’, donde los prejuicios y sentimientos ganan espacios por sobre la razón. Todos tenemos nuestra subjetividad y nuestra visión de la vida, pero lo ideal sería poder usar datos científicos para ir ajustando la realidad de manera de tener algunas certezas y no de incrementar la incertidumbre. Porque entender cómo estamos como sociedad requiere más objetividad que subjetividad y buenas deseos.
Es llamativo entonces que la principal angustia sea que no sabemos dónde y cómo estamos. Y, en consecuencia, es imposible saber donde vamos.

¿Dónde vamos?

A esta altura del partido es casi obvio que vamos a una economía más controlada y, por lo tanto, a una sociedad menos libre y más cerrada. Como resultado de los últimos acontecimientos sucedidos (la deuda de Chaco en pesos, el traspaso compulsivo del pago de los sueldos estatales al Banco Nación, etc.) los contratos privados y públicos son modificables sin ningún tipo de problema, entonces todas las operaciones económicas van a ser de intercambio instantáneo.
¿Que significa esto? Los contratos son los que garantizan cumplimientos de reglas en el mediano y largo plazo. Cuando uno alquila, firma un contrato a 2 o 3 años con normas claras que dan certidumbre tanto al inquilino como al que alquila. Pero si las cláusulas que se firman incluyen medidas que, en esencia, pueden cambiar la certidumbre del contrato o directamente se firma a un año o no se firma, todo vínculo se convierte en precario.
Cuando la economía de corto plazo avanza, la primera víctima es la inversión de largo plazo. La energía, la infraestructura, la construcción, la compra de bienes de capital se empiezan lentamente a derrumbar y solo se priorizan las decisiones de hoy y se postergan las de mañana.
Así es como Argentina no consigue incrementar sus inversiones en energía a pesar de tener una demanda creciente y un precio elevado. También la construcción de viviendas cae lentamente mes a mes y cada vez se inician menos proyectos.
Otra gran paradoja es que la soja se encuentra en los valores más altos de la historia. La producción de este año puede ser récord y alcanzar los 56 millones de toneladas, sin embargo la compra de tractores y cosechadoras cae más de un 20%.
No sabemos dónde vamos porque estamos ignorando el futuro. Ese es el otro signo común de recorrer el país. La mayoría de las preguntas son sobre las incógnitas de un futuro de corto plazo ¿Puede pasar algo en el verano?, ¿Se llega sin grandes problemas económicos a las elecciones del 2013? Todas preguntas que reflejan incertidumbre en el corto plazo, que necesariamente tienen su correlato económico.
Cuando el futuro es tan incierto, las decisiones econó micas son todas del aquí y del ahora.

Conflictividad y futuro

Sociedades que se jactan de la conflictividad, que la ven como virtud y no como problema, solo tienen un destino de confrontación. (Recomiendo leer la desgravación que publicó diario Perfil de Ernesto Laclau en Tecnópolis, una verdadera apología al enfrentamiento social). La confrontación trae un signo de interrogación hasta ver quién es el ganador y en función de eso ver cómo continúa la película.
La mayoría de los ciudadanos de este país estamos con el temor del enfrentamiento mientras una minoría se jacta de ello. Las sociedades donde dominan los violentos no tienen un futuro mejor, porque la fuerza le gana a la razón. Lo más interesante es que la historia muestra que las sociedades que viven enfrentándose generan más pobres y no viceversa.
Mientras la lógica del enfrentamiento siga, la economía solo será de corto plazo.
La economía no está nunca alejada del humor de las sociedades, y es por eso que las proyecciones económicas que no tienen en cuenta los momentos políticos y sociales suelen errar mucho en sus proyecciones.
El futuro de la economía va en línea con la sociedad. Si no hay futuro social común, tampoco lo habrá económico.