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Opinion
06.01.14 | 00:00
Aspirinas para
la neumonía
La semana pasada, recién comenzado el
flamante 2014, se conoció el nuevo acuerdo de precios, justo en momentos
en que los combustibles volvían a ajustar sus valores.
El equipo
económico lleva mas de 40 días al frente de la gestión, y es poco lo que
se percibe en materia de planes para controlar la inflación para este
año. Con independencia del hecho de que algunos funcionarios parecen
sostener la retórica del pasado donde no se reconocía la inflación,
ahora se dice que hay aumento de precios, pero como no es de todos los
precios entonces no es un proceso inflacionario. Un verso, hay que
decirlo con todas la letras.
El reciente aumento del boleto de
colectivo, en el orden del 66% o se explica vía inflación o el gobierno
debería bajar todas las banderas progresistas (bien ganadas en muchos
casos, y no tanto en otros) ya que un mandoble como ese al bolsillo de
lo que menos tienen sería solo justificable en una administración que
piensa únicamente en que le cierren las cuentas antes que en la gente.
En
números, el impuesto inflacionario provee una de las fuentes mas
relevantes de sustento al gobierno, solo por detrás de IVA, la seguridad
social y el impuesto a las ganancias.
Es decir, hasta que no haya
alguien que cubra la diferencia fiscal que hoy cubre el estado por la
vía mencionada es imposible que se trate de resolver el problema porque
quien debe comenzar a resolverlo es hoy el principal beneficiado de su
existencia.
Cabe entonces la pregunta si el día que decidan atacar
la cuestión, realmente será eficaz un control de precios. Y la respuesta
es: depende cual precio.
Es decir, si yo le preguntara a cualquier
ciudadano estadounidense qué opina sobre la idea de un estado
controlando precios, seguramente seria acusado de pseudocomunista, sin
embargo esto sucede en la principal economía del planeta. ¿Cómo? Pues
bien, podríamos decir que el precio mas importante de una economía es el
del dinero, el cual efectivamente controla la FED, por lo tanto allí
también se trabaja en controlar precios, pero solo uno: la tasa de
interés.
Y con eso les basta para influir directa o indirectamente
en las variables mas relevantes de la economía tanto doméstica como
internacional.
Aquí no sucede lo mismo, digamos que si bien
controlamos el precio teórico del dinero, es justamente el dinero local
lo que a muy pocos les interesa conservar. Como nadie quiere la moneda
lo que hacen es desprenderse de ella.
No se trata de comenzar a
validar postulados monetaristas que con lo que no comulgo, pero cuando
la inflación se ubica en niveles como los actuales, lo que habría que
tratar de reconstruir es la confianza en el peso. Y sobre ese tema no
solo no se habla, sino que las señales que se emiten no parecen ser
suficientes. Quien tiene pesos busca desprenderse lo mas rápido posible
de ellos, lo cual alimenta un tipo de demanda que recalienta mas los
precios que el crecimiento de la economía.
En paralelo el estimulo
para expandir la oferta es escaso, y controlar los precios no parece lo
mas indicado a tal efecto. Aquí el gobierno siempre ha hecho gala de sus
políticas contracíclicas, pero entramos nuevamente en una contradicción
porque si es cierto que el producto creció mas de 5% en 2013, no tiene
sentido ese tipo de políticas, y mas bien deberíamos ver la forma de
ahorrar para el tiempo en que la cosas no estén tan bien. Pero resulta
que el déficit de las cuentas publicas, medido de manera correcta, se
ubica en niveles que superan 3% del PBI.
En otro orden el ancla
cambiaria que se sostenía hasta las PASO de agosto, se ha soltado
definitivamente de manera que el peso se devaluó en 2013 mas que en
ningún otro año de la era kirchnerista. De este modo la moderación en el
aumento de precios sólo se podría esperar vía expectativas. Es decir,
que todos supongamos la tasa de inflación del período próximo será
inferior al del período actual. Esa podría ser la mas razonable de las
estrategias, pero para ello es necesario cimentar la confianza del
conjunto de los agentes económicos en que algo así realmente sucederá.
Es por ello que el acuerdo de algunos productos no resta pero parece
difícil que constituya un camino de solución definitiva al problema.
Estudiar la cadena de valor y evitar avivadas es otro elemento loable
que debe ser tenido en cuenta, pero mas bien luce como actuar sobre las
consecuencias antes que las causas.
El problema sigue siendo que
terminamos operando sobre lo único inevitable: las consecuencias. Antes
que atacar al menos alguna de las causas. FUENTE:
CRONISTA.COM