Devaluación e inflación. 2002 Vs 2014


En 2013 la devaluación, junto a una política monetaria y fiscal expansiva y sus efectos acumulativos, ha estado impulsando los precios al alza durante todo el segundo semestre del año pasado. Este proceso se está agudizando.
A continuación un informe de la consultora Finsoport, compara los efectos de la devaluación de 2002 sobre los precios y las diferencias con la actual situación.
La devaluación de 2002 y su impacto sobre los precios
La importante devaluación de 2002 excedió, por diversos motivos, el atraso cambiario estimado a nivel técnico ‐que era de $1,40‐ y fue lo que inspiró el intento inicial de fijar en ese valor el nuevo tipo de cambio. La escasez de reservas (US$ 14.000 millones de los cuales US$ 5.000 no eran de libre disponibilidad), fue una cuestión dominante para diseñar la política económica de ese momento.
En especial, los depósitos bancarios denominados en dólares (US$ 50.000 millones), congelados mediante el corralito a fines de 2001, creaban un conflicto que afortunadamente hoy no existe.
El tipo de cambio pasó velozmente del 1 por 1 de la convertibilidad a un pico mensual de $ 3,80 en abril de 2002 y un año después estaba en $ 2,83 por dólar, en un mercado libre. La tendencia del mercado al cabo de ese lapso era a la baja, dado que se revirtió el saldo negativo externo y esto estabilizó las reservas internacionales y permitió después el conocido proceso de acumulación de las mismas.
La evolución de los precios, fue baja en relación al tamaño de la devaluación. Alcanzó su pico en abril de 2002 con un 10,4% y desde ese momento en adelante comenzó a descender hasta incluso valores negativos a mediados de 2003 (al momento de la asunción de Néstor Kirchner).
En 2002 la inflación promedio fue de 25,9% y la interanual de diciembre 40,9%. En 2003 los datos fueron respectivamente de 13,4% y 3,7%.
Hubo diversos factores que incidieron en la baja traslación a la inflación y, en particular, al hecho de que el impacto se concentrara en pocos meses. Se ha atribuido trascendencia a la circunstancia de que la economía se encontraba en una prolongada trayectoria recesiva y eso, naturalmente, tuvo alguna influencia. Pero nótese que, aún cuando el PBI comenzó a crecer en los meses siguientes, la inflación se mantuvo extremadamente baja.
La razón fundamental del bajo traslado a la inflación fue la gestión monetaria y
fiscal.  Ello permitió también que la elevada capacidad ociosa de la economía se pusiera rápidamente en movimiento.
Pese a las críticas condiciones, la cuestión fiscal estuvo en el centro de atención, incluyendo el reordenamiento financiero de las provincias.
El déficit consolidado de la Nación y las Provincias fue reducido en 2002 y se transformó en superávit a partir de 2003. El informe estima que en 2014 la magnitud del déficit fiscal será superior al del año final de vigencia de la convertibilidad.
Desde este punto de vista es preocupante la coexistencia de un elevado y creciente déficit con un proceso devaluatorio.
En especial, el financiamiento monetario del déficit ha crecido en 2013 a casi el doble de su magnitud en 2012. La pérdida de reservas ha generado una contracción monetaria que contribuyó a que la expansión de la base monetaria tuviera algún contrapeso. Pero naturalmente, no es un camino deseable.


Momento crítico
De modo que la economía argentina llega a este momento crítico con una gran expansión monetaria previa. Esta expansión monetaria tiene efectos acumulativos a lo largo del tiempo. El vértigo ha sido tal, que, tomando como base el año 2003, la expansión monetaria ha sido del 692%.
Al negar la inflación, el gobierno ha elaborado la "teoría" de que esta situación no tenía efectos sobre la inflación, pero obviamente no era esperable que así fuera.
Para apoyar su relato, diversos funcionarios del gobierno han apelado a lo largo del tiempo a destacar que, en nuestro país, la relación entre la cantidad de dinero y la magnitud de la economía (el PBI), es relativamente baja en términos internacionales.
La cuestión central es que no todos los países toleran la misma cantidad de dinero (lo que se denomina la demanda de dinero). Esto depende, en gran medida, de la confianza de la sociedad en la moneda nacional, que en nuestro país es baja por los conocidos fenómenos de crisis.
Por otro lado, algunos países, como los miembros de la Unión Europea, tienen una moneda común y un Banco Central conjunto, lo que (a la vez que plantea ciertas inflexibilidades) hace imposible una corrida contra la moneda.
La medida de la tolerancia de una economía a la expansión monetaria es la inflación.
Es la señal de alerta en ambas direcciones. Una deflación es un alerta respecto de la existencia de una situación de depresión. Una inflación moderada impulsa la demanda y la inversión y una inflación excesiva termina desestabilizando la economía.
Cuánto es una inflación moderada es tema de debate, pero en general para un país en desarrollo existe un cierto consenso alrededor de que un rango entre 4% y 6% anual es adecuado. Para una economía madura este rango es del 2%/3% anual.
Para concluir, es indudable que en 2013 la devaluación, junto a una política monetaria  y fiscal expansiva y sus efectos acumulativos, ha estado impulsando los precios al alza durante todo el segundo semestre del año pasado.
En ese contexto, de acuerdo a las previsiones de la consultora que dirige el economista Jorge Todesca, esto seguirá ocurriendo si el actual proceso devaluatorio no es acompañado por una política monetaria y fiscal que compense este efecto.