El pacto afecta al 40% de las economía mundial y ha sido descrito como el “marco comercial del siglo XXI”
CRISTINA F. PEREDA Washington 5 OCT 2015 - 17:11 CEST
Tras cinco años de negociaciones, Estados Unidos y Japón sellaron este lunes el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) con otras diez naciones. El pacto de libre comercioune al 40% de la economía mundial y puede convertirse en el acuerdo regional más grande de la historia.
El TPP, impulsado por el presidenteBarack Obama como “el marco comercial del siglo XXI”, debió superar enfrentamientos de última hora entre EE UU y Australia por las nuevas regulaciones de la industria farmacéutica. Su objetivo consiste en la reducción de aranceles comerciales y el establecimiento nuevas normas comunes entre las 12 economías implicadas, lideradas por EE UU y Japón.
"Cuando el 95% de nuestros potenciales consumidores viven fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar que países como China dicten las reglas de la economía mundial", afirmó Obama en un comunicado este lunes. "Nosotros deberíamos escribir esas normas, abriendo nuevos mercados para los productos estadounidenses al tiempo que establece nuevos estándares para proteger a los trabajadores y el medio ambiente".
El embajador estadounidense ante la Organización Mundial del Comercio, Michael Froman, defendió este lunes en Atlanta que el TPP responde a los desafíos del siglo XXI. “El pacto promoverá el crecimiento, protegerá puestos de trabajo, reforzará la innovación, reducirá la pobreza y promoverá la transparencia”, dijo Froman. Junto a él, el representante australiano Hamish McCormick definió el acuerdo como el primer pacto “ambicioso y renovador”, con capacidad para condicionar cualquier negociación futura.
El pacto abarca la creación de estándares comerciales, de inversión, intercambio de información y de propiedad intelectual. El resto de países que negocian el acuerdo son Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Las negociaciones entre todos ellos, que tenían como fecha límite el pasado 2 de octubre, se vieron obstaculizadas en los últimos días por el desacuerdo con respecto a los productos farmacéuticos.
El TPP, impulsado por Obama a comienzos de su primer mandato junto con otros cuatro países, puede afianzar su legado económico en la presidencia. EE UU consigue con el acuerdo del Pacífico un nuevo marco que sirve de contrapeso a la economía china en la región. A pesar de que Pekín no estaba involucrada en las negociaciones, sí se verá afectada por las consecuencias del pacto.
Froman rechazó referirse este lunes a las consecuencias del TPP para la economía china. “Nuestro mensaje es que todos los países estamos muy contentos de haber alcanzado un acuerdo que define las reglas para la región de cara al futuro”, afirmó el representante estadounidense. “Estamos dispuestos a compartir los resultados y favorecer la integración de otros países”.
Las negociaciones entre los 12 países se han celebrado en secreto y han estado rodeadas de protestas allí donde se celebraron las conversaciones. Los detractores del pacto denuncian que las nuevas reglas comerciales pueden poner en peligro los puestos de trabajo de empleados de la industria automovilística en México, por ejemplo, o los productores de leche de Canadá, que ahora deberán competir con otras economías.
Consecuencias para México y Chile
El representante mexicano en las negociaciones aseguró que su país se incorporó a las conversaciones una vez que EE UU y Japón habían cerrado su parte del acuerdo sobre los aranceles a la industria automovilística. México se declaró “satisfecho” con el resultado y aseguró que los resultados permitirán al país “seguir afianzando sus resultados gracias al éxito de esta industria”.
Las naciones unidas por el TPP han acordado nuevas reglas para sectores que abarcan desde la industria farmacéutica hasta la automovilística. El pacto también contempla el establecimiento de nuevos aranceles comerciales, la apertura de mercados a la exportación, la unificación de reglas para tratar la propiedad intelectual sobre los datos que manejan las grandes corporaciones y los plazos de exclusividad en el caso de fabricación de medicamentos.
Éste último apartado marcó las negociaciones del fin de semana, cuando ya se había superado la fecha límite para sellar el pacto. EE UU quería imponer un límite de 12 años de exclusividad en el mercado de los medicamentos antes de permitir que otras compañías empleen las mismas fórmulas, para equiparar las reglas del TPP a la legislación estadounidense. Sin embargo, países como Australia defendían por un período máximo de exclusividad de entre cinco y ocho años, por temor a que un retraso en la innovación aumente los costes e impida la creación de medicamentos genéricos.
Las economías de Perú y Chile serán algunas de las principales afectadas por las nuevos plazos de exclusividad en la industria farmacéutica. Según declaraciones del equipo estadounidense a Reuters, EE UU se ha comprometido a un plazo inferior a los 12 años que exigía, sin especificar cuánto. El representante chileno, por su parte, declaró en Atlanta que está “satisfecho” con el plazo, que considera “equilibrado”.
El nuevo acuerdo de libre mercado para la región todavía deberá ser ratificado por el Congreso de Estados Unidos, inmerso en una situación de consecuencias impredecibles tras la dimisión del líder de la mayoría y portavoz de la Cámara, el republicano John Boehner. El país se encuentra además en plena campaña electoral para las presidenciales de 2016 y el TPP puede convertirse en una nueva causa de fricción entre los candidatos.
FUENTE: EL PAÍS