“La década K deterioró la cultura del ahorro”
El
economista y periodista Tomás Bulat propone una guía práctica para tomar
las decisiones económicas indicadas en las distintas etapas de la vida.
Por qué dice que los argentinos son defensivos a la hora de invertir.
Sus críticas a la herencia kirchnerista.
A los 10 años, aprender. A los 25,
capacitarse. A los 35, endeudarse. A los 50, facturar. A los 65,
invertir. Y a los 75, disfrutar. En la teoría, el camino económico a
tomar en las distintas etapas de la vida parece simple, pero lo cierto
es que, en la práctica, administrar el dinero en la Argentina supone
sortear una ruta de curvas y contracurvas.
Como si el entrañable Juego de la Vida se cruzara con las revelaciones de Freakonomics, el economista y periodista Tomás Bulat presenta en su último libro, La economía de tu vida (Editorial Sudamericana), una guía para tomar las decisiones económicas indicadas en el momento indicado a lo largo de los años. Todo el tiempo tomamos decisiones económicas, pero lo hacemos intuitivamente, a veces guiados por nuestras emociones y en parte por la razón, cuenta que responde el autor cuando sus familiares y amigos lo llaman pidiendo consejo bajo el lamento de no sé nada de economía. Y dobla la apuesta: No solo sabemos de economía: hacemos la economía. Lo que pasa es que nuestras decisiones van cambiando, a lo largo de los años, en las distintas etapas de la vida.
Durante la infancia, explica Bulat, el niño incorpora sus primeras nociones de economía a medida que empieza a tener cierta autonomía. Por ejemplo, la restricción presupuestaria: sus padres le dan plata para comprarse un sándwich y un jugo, pero no le alcanza para comer también un alfajor. Así, aprende a tomar decisiones que lo maximizan, señala el economista, padre de tres hijos, quienes hacen de involuntarios protagonistas en más de un pasaje del libro. Y agrega: Cuando el chico crece y entra al secundario, se empieza a trabajar sobre la semana como medida de tiempo para administrar el dinero. Es entonces cuando empieza a tomar decisiones inmediatas y mediatas en función de los consumos que quiere hacer.
Al avanzar de casillero, las decisiones económicas van cambiando, sostiene. No hacemos lo mismo a los 20 que a los 40 o a los 60. No somos los mismos ni deseamos las mismas cosas.
Invertir en capacitación, experiencias y viajes al ganar el primer sueldo; endeudarse hasta el cuello - incluso en la Argentina, o especialmente en la Argentina, diría,- entre los 30 y los 40 con la llegada de los hijos; volcarse a las inversiones financieras para darse algunos gustos pasados los 50; y disfrutar del retiro, etapa en la que se produce una delegación de voluntad, porque tu médico y tus nietos empiezan a decidir más tus gastos que vos mismo, son algunos de los consejos que el autor ofrece en el libro que fue presentado a sala llena días atrás en la Feria del Libro.
* ¿Cómo somos los argentinos a la hora de administrar nuestro dinero?
- Malísimos, porque somos unas sociedad de corto plazo. Por eso somos muy gastadores y poco ahorradores. Y cuando ahorramos, lo hacemos en ladrillos o en autos. La idea de ahorrar comprándose un auto es de una estupidez importante, porque supone un gasto. Somos defensivos a la hora de ahorrar: el ladrillo no es una inversión que brinde rentabilidad en el largo plazo. Al igual que el dólar guardado en el colchón, que va perdiendo valor por la inflación de los Estados Unidos. El argentino no tiene una posición agresiva respecto del ahorro, en el que gane rentabilidad.
* ¿Y qué otras alternativas de inversión hay?
Hay menos que en otro países, pero hay oportunidades. Por eso digo que hay una etapa de la vida en la que vale la pena empezar a dedicar tiempo a estudiar la Bolsa. El dólar en el bolsillo rinde -2% por año. El bono dolarizado puede pagar 10% en dólares, aunque se corre el riesgo de que el Estado no pague. Hay que aprender a arriesgarse y a diversificarse.
* El incentivo al consumo y la alta inflación marcaron el modelo kirchnerista. ¿Qué enseñanzas crees que nos deja la década K?
La década kirchnerista y su alta inflación mataron la posibilidad de pensar en el largo plazo. Queda una sensación de cortoplacismo, en donde si tenés algo ahora lo tenés que aprovechar ahora porque después no sabés qué va a pasar en el futuro. Por eso los viajes, los gastos, las salidas. Es la enseñanza que te deja el kirchnerismo: el consumidor se volvió más emocional y menos racional.
* ¿Se perdió la cultural del ahorro?
Se deterioró en la Argentina, sobre todo desde el 2009 en adelante. Aunque también es cierto que mantenemos los genes gallegos e italianos que nos llevan a ahorrar. Porque no hay que olvidar que cuando hay incertidumbre, esa presión lleva a un mayor ahorro. Por eso, creo que ante un año con dificultades económicas como este, la gente va a tratar de ahorrar más.
Como si el entrañable Juego de la Vida se cruzara con las revelaciones de Freakonomics, el economista y periodista Tomás Bulat presenta en su último libro, La economía de tu vida (Editorial Sudamericana), una guía para tomar las decisiones económicas indicadas en el momento indicado a lo largo de los años. Todo el tiempo tomamos decisiones económicas, pero lo hacemos intuitivamente, a veces guiados por nuestras emociones y en parte por la razón, cuenta que responde el autor cuando sus familiares y amigos lo llaman pidiendo consejo bajo el lamento de no sé nada de economía. Y dobla la apuesta: No solo sabemos de economía: hacemos la economía. Lo que pasa es que nuestras decisiones van cambiando, a lo largo de los años, en las distintas etapas de la vida.
Durante la infancia, explica Bulat, el niño incorpora sus primeras nociones de economía a medida que empieza a tener cierta autonomía. Por ejemplo, la restricción presupuestaria: sus padres le dan plata para comprarse un sándwich y un jugo, pero no le alcanza para comer también un alfajor. Así, aprende a tomar decisiones que lo maximizan, señala el economista, padre de tres hijos, quienes hacen de involuntarios protagonistas en más de un pasaje del libro. Y agrega: Cuando el chico crece y entra al secundario, se empieza a trabajar sobre la semana como medida de tiempo para administrar el dinero. Es entonces cuando empieza a tomar decisiones inmediatas y mediatas en función de los consumos que quiere hacer.
Al avanzar de casillero, las decisiones económicas van cambiando, sostiene. No hacemos lo mismo a los 20 que a los 40 o a los 60. No somos los mismos ni deseamos las mismas cosas.
Invertir en capacitación, experiencias y viajes al ganar el primer sueldo; endeudarse hasta el cuello - incluso en la Argentina, o especialmente en la Argentina, diría,- entre los 30 y los 40 con la llegada de los hijos; volcarse a las inversiones financieras para darse algunos gustos pasados los 50; y disfrutar del retiro, etapa en la que se produce una delegación de voluntad, porque tu médico y tus nietos empiezan a decidir más tus gastos que vos mismo, son algunos de los consejos que el autor ofrece en el libro que fue presentado a sala llena días atrás en la Feria del Libro.
* ¿Cómo somos los argentinos a la hora de administrar nuestro dinero?
- Malísimos, porque somos unas sociedad de corto plazo. Por eso somos muy gastadores y poco ahorradores. Y cuando ahorramos, lo hacemos en ladrillos o en autos. La idea de ahorrar comprándose un auto es de una estupidez importante, porque supone un gasto. Somos defensivos a la hora de ahorrar: el ladrillo no es una inversión que brinde rentabilidad en el largo plazo. Al igual que el dólar guardado en el colchón, que va perdiendo valor por la inflación de los Estados Unidos. El argentino no tiene una posición agresiva respecto del ahorro, en el que gane rentabilidad.
* ¿Y qué otras alternativas de inversión hay?
Hay menos que en otro países, pero hay oportunidades. Por eso digo que hay una etapa de la vida en la que vale la pena empezar a dedicar tiempo a estudiar la Bolsa. El dólar en el bolsillo rinde -2% por año. El bono dolarizado puede pagar 10% en dólares, aunque se corre el riesgo de que el Estado no pague. Hay que aprender a arriesgarse y a diversificarse.
* El incentivo al consumo y la alta inflación marcaron el modelo kirchnerista. ¿Qué enseñanzas crees que nos deja la década K?
La década kirchnerista y su alta inflación mataron la posibilidad de pensar en el largo plazo. Queda una sensación de cortoplacismo, en donde si tenés algo ahora lo tenés que aprovechar ahora porque después no sabés qué va a pasar en el futuro. Por eso los viajes, los gastos, las salidas. Es la enseñanza que te deja el kirchnerismo: el consumidor se volvió más emocional y menos racional.
* ¿Se perdió la cultural del ahorro?
Se deterioró en la Argentina, sobre todo desde el 2009 en adelante. Aunque también es cierto que mantenemos los genes gallegos e italianos que nos llevan a ahorrar. Porque no hay que olvidar que cuando hay incertidumbre, esa presión lleva a un mayor ahorro. Por eso, creo que ante un año con dificultades económicas como este, la gente va a tratar de ahorrar más.